El éxtasis encubre las señales de alarma que da el cuerpo. Como resultado, después de tomar la droga, una persona se arriesga más allá de sus limitaciones físicas y de aguante. Por ejemplo, una persona que está bajo el efecto del éxtasis puede no darse cuenta que ha subido demasiado su temperatura y puede desmayarse o hasta morir de hipertermia.
Un estudio hecho por el Centro de Investigación para el Trabajo Social de la Universidad de Texas, encontró que los efectos a largo plazo del éxtasis que se han informado con más frecuencia incluyen depresión y reducción de la capacidad de concentración. Los investigadores también encontraron que el uso continuo de éxtasis también está asociado con trastornos del sueño, del estado de ánimo y de ansiedad; temblores y espasmos; así como problemas de memoria.
“Afortunadamente, estoy viva, pero me quedan los días, meses y años después del trauma. Tendré que afrontar todo lo que me ocasionó por el resto de mi vida… lo he experimentado todo; cualquier cosa que puedas imaginar. Depresión, ansiedad, estrés, pesadillas recurrentes por la noche y horribles dolores de cabeza, son algunas de las cosas que me afectaron después de que tomé éxtasis. Estuve a punto de morir. Sólo hizo falta una noche, unas pocas pastillas de éxtasis, y beber alcohol. Esta droga es realmente fatal, y en verdad doy las gracias por estar viva. No puedo describir lo difícil que es hacer frente a estas pesadillas todo el tiempo. Me despierto empapada en sudor y dando gracias a Dios, y estar tan agradecida de que no es más que otra pesadilla. Rezo por el día en que las pesadillas desaparezcan... Ninguna droga merece la pena por el efecto o la euforia”. — Megan